Vuelve a aparecer el fantasma que nunca duerme, ahora con la frase "Las corridas de toros tendrían que ser Patrimonio Artístico Cultural".No nos olvidemos que a Boadella le encanta torear y clavar espadas a vaquillas, oficio frustrado de este personaje que pasará a la historia también por su gran afición y pasión por la tauromaquia, entre otras.
¿Qué se puede esperar de un individuo que en su libro autobiográfico "MEMORIAS DE UN BUFÓN" explica cómo le dio muerte a un pastor alemán porque le desgarró una chaqueta? Aquí está el extracto de ese fragmento literario digno de hacer un guión para una película de terror de las malas, de esas en las que se aprecia fácilmente el puré de tomate.
Albert Boadella, el bufón.
Los de can Compte eran unos vecinos de la misma calle, que tenían un gran parque con dos espectaculares chalés en el interior. Las criadas y niñeras iban siempre perfectamente uniformadas.
Dándose unos aires de soberbia propios de la casa donde servían. Mis relaciones con ellas eran fatales, al contrario de otras criadas de casas más modestas del barrio, que me miraban a menudo con ojos maternales. Las de can Compte ejercían un control implacable, y no me dejabas ni pisar su finca, por lo que más de una vez les había descargado todas las variantes de la palabra PUTA que un compinche me había enseñado en un diccionario: "femenino, prostituta, ramera, mujer que comercia con su cuerpo, etc.". Las pobres mujeres, al escuchar de un mocoso aquel vocabulario tan docto y perverso a la vez, me amenazaban con encerrarme en el Asilo Durán, que era un popular correccional de la época.
Aquel parque tan envidiado era inexpugnable ante cualquier asalto, no tan sólo por la vigilancia del numeroso servicio, sino porqué un pastor alemán de una ferocidad terrorífica corría suelto. Un domingo que estaba yo de tertulia con otros chavales, apoyado en la verja de la finca, aquel bicho asesino saltó de improviso por detrás de mi y, a través de los barrotes, me arrancó un trozo de la chaqueta con guata de la hombrera incluida.
Afortunadamente la hombrera impidió que mi hombro se convirtiera en bistec de aquel mal nacido y yo en Quasimodo de por vida.
En casa, el destrozo del traje de fiesta del nene fue traumático: en la posguerra estas cuestiones tomaban un tinte trágico.
Así pues, después de propinarme la ración de tortas reglamentarias, mi padre se despacho diciendo que "si hubieran ganado los suyos, no hubiera pasado eso, porque ese hijo de puta de al lado estaría donde se merecía
Dicho y hecho, interprete la arenga anarquista a mi manera, entendiendo más o menos que tenía que interponer un recurso de agravios, y no precisamente por escrito. Como liquidar al Sr.Compte no entraba dentro de mis posibilidades, lo haría con su perro. El arma del crimen sería de un enorme tajador que corría por casa, famoso por haber servido en la carnicería de mis abuelos en Girona, no se muy bien si para cortar carne o para matar franceses.
Al llegar a la verja hice sonar la herramienta contra los barrotes de la verja, a lo que apareció la bestia feroz apareciendo instantáneamente y amenazándome con su aterradora dentadura. PUEDO ASEGURAR QUE EL PRIMER GOLPE devolvió la dignidad a los vencidos de la guerra civil, fue un golpe catártico (Aplicase a algunos medicamentos purgantes), ASESTADO FURIOSAMENTE A DOS MANOS, CON UNA HERRAMIENTA DESPROPORCIONADAMENTE MAYOR que mis escuálidos bracitos. EL MORRO DE LA BESTIA COMENZÓ A ECHAR SANGRE POR TODAS PARTES, pero era tan rabioso el bicho, que después de retirarse de la verja AULLANDO DE DOLOR, volvió a buscar más brega.
ESO LE FUE FATAL, PORQUÉ YO HABÍA ENCONTRADO GUSTO EN LA COSA Y DERCARGUÉ UNOS CUANTOS GOLPES MÁS - en la EXCITACIÓN también recibió algunos la verja - hasta que el animal, MAS MUERTO QUE VIVO, DECIDIO MARCHAR DE AQUEL MATADERO, mientras yo hacía lo propio temblando, NO SE SI DE EMOCION O DE PÁNICO.
Un par de días más tarde, las criadas iban explicando por las tiendas que "el perro del señor había muerto en una pelea.
HE DE CONFESAR QUE SIEMPRE ME HE SENTIDO ORGULLOSO DE ESTE EPISODIO, AUNQUE NO SOY CAPAZ DE COMPRENDER DE DONDE SAQUE TANTA DETERMINACIÓN PARA LLEVAR A CABO SEMEJANTE CARNICERÍA.»
Albert Boadella (2001), Memorias de un bufón
garrulussanguinarium


